Anoche me quedé pensando en qué autores me habían marcado más y la lista no se hizo esperar. No era qué escritores me gustaban más, sino cuáles me habían impactado más de cara a mi futuro como escritora. Me encantaría compartir sus virtudes y aprender de su trabajo. No deseo copiarlos, pero sí extraer las lecciones que su historia particular y su modo de trabajar puedan enseñarme.

Aquí va mi lista:

George R.R. Martin: El universo

Quiero tener la paciencia de este señor para crear un universo tan detallado como el de Canción de Hielo y Fuego. Quiero su sabiduría para identificar las influencias reales y utilizarlas de manera efectiva y atrayente en mis escritos. Quiero su imaginación para crear conflictos entre las diferentes naciones que pueblan su mundo, aunque sólo se mencione de pasada, y saber que si Myr está en guerra con Lys, el precio del pan subirá en Braavos.

Si Poniente ya es una tierra rica en matices, Essos y el resto de continentes me parecen impresionantes. Cuanto más leo sobre ellos, más me maravilla la capacidad de este hombre para hilar conflictos geopolíticos.

Andrzej Sapkowski: El arte

Lo que hace este señor con las palabras no es ni medio normal. Me fascina su manera de narrarlo todo, su cuidado a la hora de usar las técnicas y el vocabulario. Esas escenas de diálogo sin narración en las que puedes ver cómo se mueven los personajes, cómo reaccionan, qué tonos usan o, incluso, ¡cómo pasan los meses y las estaciones! El final de La sangre de los elfos me cautivó por eso mismo.

Tengo pendiente volver a leerme toda la saga de Geralt de Rivia y sólo prestar atención a la narración para ver qué puedo aprender de ella. La traducción, en este caso, hace mucho. Gracias, José María Faraldo.

Stephen King: La diversión

Este señor me ha hecho pensar en qué quiero hacer exactamente con mis libros. ¿Quiero ser recordada como una gran escritora? ¿Ganar premios? ¿Que analicen mis libros en las universidades del futuro? ¿O, por el contrario, quiero dedicarme a divertir? No es que una cosa sea imposible con la otra, pero sí es cierto que las obras divertidas son en cierto modo despreciadas por la gran crítica. Sin un importantísimo significado detrás, una novela parece banal. Stephen King me ha enseñado que no es así.

Él escribe para entretener, para cautivar y para emocionar. Yo deseo hacer lo mismo. Mi prosa no tendrá una dimensión increíble, pero quiero que mis lectores se lo pasen bien y me recuerden en base a esa diversión.

Brandon Sanderson: La constancia

Leí en uno de sus artículos que, antes de convertirse en escritor profesional, este señor ya escribía una barbaridad. Lo hacía porque sabía que la única manera de permitir que su mundo interior, el Cosmere, se hiciera realidad, era a través del trabajo y el tesón. Hoy en día, es uno de los autores más prolíficos, capaz de trabajar en varias sagas al mismo tiempo y producir a un ritmo alarmante sin perder en calidad. Es un devoto de sus historias.

En este momento me encuentro muy inspirada. Tengo varios frentes sobre los que me encantaría trabajar y publicar, pero no podré hacerlo a menos que me ponga las pilas y escriba como una bestia. A medida que crecen mis responsabilidades, es más difícil, pero mis futuras sagas me llaman. Y yo debo contestar.

J.K. Rowling: El cariño

A esta señora le tengo mucho cariño y creo que no soy la única. Los de mi generación la adoran. Los de otras generaciones también la adoran. Ella adora a sus lectores. Adora a sus personajes, su universo, a los actores de las películas… El cariño con que Rowling trabaja sus novelas es palpable. Harry Potter es una saga acerca del poder del amor y es lo que ella nos brinda.

Para mí no hay mejor manera de hacer bien las cosas que hacerlas con amor. Escribir es como cocinar: hay que amar lo que haces, tratar con cariño a los ingredientes y tener en mente a los comensales para ofrecerles lo mejor de ti.

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¿Te ha gustado mi lista? ¿Por qué no escribes tú la tuya y me dejas saber qué es lo que has aprendido de otros escritores?