Mi amiga Daru necesitaba una plataforma en la que colgar un escrito sobre cómo escribir personajes trans y no dudé un momento en ofrecerle la mía. Su artículo es interesante y necesario, y estoy segura de que cualquier escritor con interés por la representación bien hecha estará deseando leerlo. Sin más preámbulos, os dejo con ella:
(Rocío)
Escribir un personaje trans en tres pasos – Daruku Celsius (Victoria)
Estos últimos años han sido un periodo revolucionario en la literatura, que cada día es menos el patio de recreo de señores presuntuosos. Mientras ellos rabian por los rincones porque el feminismo amenaza su hegemonía, nuevos autores y personajes femeninos, racializados y LGBT enamoran a un público que ve reflejada su realidad en el papel y en la pantalla. Así, multitud de creadores han ido abriendo camino incluyendo este tipo de personajes en sus obras, con mayor o menor acierto. Hay quien dice que no hay publicidad mala, pero todos sabemos que pocas cosas matan tanto el interés por una historia como unos malos personajes, y reflejar de manera correcta quiénes son y de dónde vienen es una parte importantísima de su identidad.
En lo que al género y sus teorías respecta, existe muy poco conocimiento aún entre la población general, aunque progresivamente vamos avanzando en la visibilización y en la comprensión de esta realidad que nos ha tocado vivir. Es precisamente por eso que quien quiera escribir personajes que inspiren, que emocionen y que permitan al público crear una conexión, debe estar al tanto de ciertos errores típicos y de cómo solventarlos.
¿Por qué copiar el mundo real?
El primer paso es el conocido worldbuilding: cómo es el mundo en el que se ambienta tu historia y en qué contexto social, cultural, económico, etc. vive el personaje. No se vive de la misma manera en un universo fantástico-medieval que en una nave espacial que viaja por la galaxia visitando diferentes planetas de manera habitual, ni se tienen los mismos conocimientos o experiencias siendo un miembro de la realeza que siendo un pirata, por poner algunos ejemplos.
Además, uno de los tópicos más habituales al crear personajes LGBT es el de centrar su historia en torno a la tragedia, la lucha por la supervivencia y el dolor pasado, presente y futuro. Destierra estas tropes tan explotadas, al igual que deberías desterrar la costumbre de crear mundos calcados a la realidad. Piensa, en lugar de esto, por qué existe la homofobia, el racismo o la misoginia en tu mundo. ¿Se debe acaso a una cuestión religiosa? ¿Hay castas? ¿Una razón que lo justifique? ¿Es siquiera necesario que existan?
A menudo tendemos a escribir dando por sentados demasiados elementos de la cultura y la vida, haciendo visión de túnel en la acción y el conflicto, pero si queremos que nuestros personajes destaquen necesitamos esa chispa extra, ese detalle que diferencie nuestra obra de la típica narrativa del héroe que triunfa ante males estereotipados gracias al deus ex machina del guion. Así que plantead bien cómo encajan vuestros personajes en el mundo que los rodea. Si sufren, ¿por qué sufren? Si tienen una ambición personal concreta, ¿de dónde viene? Prestad atención a quienes son.
Los personajes no se definen por su identidad (pero su identidad es importante)
El segundo paso es precisamente ese, conocer al personaje. Por mucho que a algunos les cueste entenderlo, la identidad de una persona no es su personalidad, sino su columna vertebral. No es necesariamente lo que muestra, pero sí es lo que determina qué, cómo y cuándo deja ver partes de sí misma. Estamos hartas de reivindicar que las mujeres tenemos mucho más que aportar a cualquier campo que el típico “cómo es ser mujer ahí”, así que hemos de recordar que también es aplicable a la hora de no tener “el personaje racializado” o “el personaje gay” como tokens para ponernos la medallita.
Es por esto por lo que el primer paso es esencial. La personalidad del personaje no depende de su identidad, pero su identidad y su expresión afectan a sus interacciones con el entorno, determinando de manera mucho más orgánica la forma en que construimos la narración. No es lo mismo colocar un personaje trans en una fantasía caballeresca, donde quizá encuentre problemas a la hora de relacionarse debido a la escasez de comunicaciones e información sobre sí mismo y para con la sociedad, que en una space opera rodeada de especies alienígenas que quizá ni siquiera conozcan la definición humana del género y donde existen tecnologías metamórficas que permiten a la gente adoptar diferentes formas y aspectos.
De la misma manera, la identidad de un personaje no define su moralidad o sus intereses. La identidad no se elige, es algo que se crea y se transforma a través de diferentes experiencias vitales durante la vida, y son estas mismas experiencias las que, combinadas con la semilla de su personalidad, dan lugar a que el personaje crezca y se defina.
Un personaje trans puede ser violento y rencoroso debido a distintos sucesos traumáticos de su pasado, pero puede que esos sucesos no tengan nada que ver con su identidad trans. Quizá alguien traicionó a su familia y se vio obligado a robar y pelear para subsistir, o quizá sí tiene que ver con su identidad y fue rechazado y castigado por aquellos en quien confiaba y se niega a relacionarse con otros. Asimismo, otro personaje trans puede ser una persona amable y cariñosa, habiendo pasado por las mismas experiencias, porque su forma de ser le lleva a proteger a los demás para que no sufran el mismo daño que recibió. Recuerda, las personas somos únicas, y tus personajes también deberían serlo.
Necesitas consultar a personas trans
Por último, aunque no menos importante, es la necesidad de contar con el asesoramiento de una persona trans, preferiblemente alguien que domine un amplio espectro de teorías, sucesos y situaciones relativas al género y su uso en diferentes personajes. (Guiño guiño, codazo codazo, contratadme de SR trans). Una persona trans os dirá que el crossdressing no hace trans a un personaje, que la frase “Hola, me llamo María, pero antes me llamaba Antonio, porque soy trans” sólo la escucharás cuando te toque la lotería por décima vez consecutiva, que la mayoría de personas trans son LGB (así que inaf a los estereotipos trans derivados de la cisheteronorma) o que la disforia corporal y los cambios físicos no son motivación principal e imprescindible de una persona trans, entre otras muchas cosas.
No es cuestión de censurar, prohibir o controlar los guiones que se crean, sino de ofrecer al público algo trabajado, dejando atrás estereotipos dañinos y dando una representación más creíble y variada de colectivos muy poco visibles. Precisamente por esa poca visibilidad es necesario contar con los consejos de quienes conocen
cómo es vivir así. Puedes ser un escritor excepcional, pero aun así, colocarte mentalmente en nuestros zapatos e imaginar cómo podrías haber reaccionado ante ciertos eventos es muy difícil si no entiendes nuestros miedos, nuestras oportunidades de crecimiento o la razón misma de nuestra existencia.
Así que ya sabéis, para escribir de manera responsable, pensad, deconstruid, consultad. Y si consultáis, ofreced remuneración en la medida de lo posible. No sólo nos indica que valoráis nuestro tiempo y nuestros conocimientos, sino que eso nos permite dedicar más tiempo a trabajar con vosotros, porque la asesoría, la consulta, el tiempo que se dedica a leer y revisar… todo eso es un trabajo, y al final merecerá la pena.