Categoría: Escribir

LGBT

Use and lose your gays, con Cristina Domenech

Esta semana he llamado a una artista invitada para que traiga algo de sabiduría a este blog. Cristina Domenech, que sabe tela de literatura y de representación de señoras queers, tiene cosas que decir acerca de una de las convenciones más dañinas de la ficción actual: Bury your gays. O como dice ella, Use and lose your gays: mete mujeres LGBT para subir audiencia y cárgatelas para aumentar el drama cuando molesten.

Me gustaría que este artículo fuera tanto un ensayo sobre esta problemática como una guía de cómo matar bien a tus lesbianas. Yo soy la primera que se mancha las manos con la sangre ficticia de lesbianas y bisexuales, pero porque son un componente tan vital de mis historias que me resulta prácticamente imposible cargarme a un personaje que no sea LGBT. Porque no, las mujeres queers no son ni deberían ser caballito blanco, pero al igual que se debería evitar el tokenismo en tus representaciones LGBT, se merecen un arco dramático independiente de la audiencia (o los lectores) de la historia.

Sin mas dilación, os dejo con las sabias palabras de Cristina. A continuación encontraréis spoilers de The 100, Jane the Virgin y Person of Interest.

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Heridas, frío y muerte: Cómo hacer daño a tus personajes de forma realista (II)

La semana pasada hablamos de cómo herir a nuestros personajes de forma realista. Algunos de vosotros me comentasteis que sería buena idea incluir heridas de bala y el efecto de los elementos sobre los personajes. Y, por último, la muerte. Así pues, he pasado hambre y sed investigando los ídem y me he puesto una pinza en la nariz para navegar por las Tierras de los Cadáveres Putrefactos con el fin de ofreceros esta información.

Una vez más, Fer (BlackZack) ha revisado el artículo en busca de fallos de documentación, así que lo que veáis por aquí es médicamente correcto.

Bienvenidos a mi segunda lista de cosas horribles que hacer pasar a vuestros personajes:

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Steven Universe

4 cosas sobre personajes que Steven Universe puede enseñarnos

Cualquiera que me conozca sabrá que Steven Universe es una de mis series favoritas, por delante de muchas otras «míticas» de imagen real y con un target más cercano a mi edad. Debo admitir que al principio no me enganchó demasiado: Steven era demasiado crío, el típico niño patoso al que las gemas tenían que salvar pero que inexplicablemente acababa descubriendo el modo de ganar mientras que sus tutoras no lo hacían. Sin embargo, como muchos otros personajes de la serie, Steven cambia, crece, se descubre a sí mismo y se convierte en otra crystal gem como sus compañeras sin perder nunca su esencia bonachona y pacifista.

Steven Universe es una serie destacable en muchos sentidos. Su animación, su representación de personajes diversos, su mensaje de amor, su alegría, que tanto contrasta con los momentos nightmare fuel que aparecen de vez en cuando… Todo es estupendo. Pero si hay algo que me gusta de ella y que la pone muy por encima de otras series adultas y «zuper ozcuraz» es la consistencia de sus personajes, sus arcos dramáticos y su caracterización.

Por poner un ejemplo, Juego de Tronos (la serie, no los libros, ojo) parece un coche sin frenos que tira la consistencia por la ventana según exija la trama, con sus personajes tomando decisiones que no corresponden con su esencia, o tomándolas en un capítulo pero olvidándose de ellas dos o tres después (Sansa…). Steven Universe, «esa serie para críos», se las arregla para no sólo crear algunos de los personajes más convincentes de la ficción, sino que genera una progresión dramática muy creíble para ellos.

Hay muchas cosas que los escritores podemos aprender de Steven Universe. No sólo os animo fervientemente a verla (son, hasta el momento, 80 episodios de diez minutos cada uno, y cada uno es mejor que el anterior), sino que en este artículo voy a intentar enumerar las cosas que nos enseña en lo que a desarrollo de personajes se refiere:

ESTE POST CONTIENE SPOILERS DE STEVEN UNIVERSE HASTA GEM DRILL

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6 señales de que estás escribiendo una relación tóxica

Me encantan las relaciones tóxicas. En las historias, quiero decir, no en la vida real. Soy de las que cuando leyó la contraportada de Crepúsculo (antes de que se convirtiera en el boom editorial que fue) lo cogió de la biblioteca al instante pensando que sería una relación de abuso emocional vampírico. En realidad… Bueno, en realidad acerté. Pero la relación no era autoconsciente y se romantizaba, algo que por tristeza es bastante común en la literatura YA.

Me gusta leer sobre relaciones tóxicas porque para mí es como ver una película de terror: una manera de explorar emociones oscuras desde la seguridad de tu salón, con una mantita y palomitas, y la certeza de que una vez acabe la peli no tendrás más miedo (a no ser que estés sola en casa y te empieces a obsesionar con que la sombra de al lado de tu cama es un asesino).

Si te vigila, te depreda. Lo saben aquí y en la China popular.
Si te vigila, te depreda. Lo saben aquí y en la China popular.

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La medida de la badass

Tenía pendiente escribir un post sobre personajes femeninos fuertes, pero quería espaciarlo un poco más respecto al último de esa temática. Por otro lado, me he topado con este artículo que me ha hecho pensar en mi propia definición de badass. Para mí, el término es importante, pero como dije en este otro artículo, es difícil acotar lo que pienso acerca de él. Hasta ahora sólo he hablado en profundidad de mujeres de armas, así que voy comentar algo sobre las que no lo son.

En los últimos años se ha dado mucho bombo a los «personajes femeninos fuertes». Todas las tías de las obras de ficción tienen que saber dar tiros, o tortas, o atreverse a lanzarse de un avión en llamas con un paracaídas roto. Hasta Blancanieves. En el fondo, la mayor parte de estas tías, por muy duras que sean, acaban luchando contra la secuaz (mientras el héroe se pega con EL JEFE FINAL) o quedando inconscientes o en apuros en el peor de los casos. Casi nunca solucionan nada y sus personalidades son un cortapega intercambiable. En muchos casos caen en uno de esos 5 tópicos sexistas que odio, como por ejemplo la misoginia interiorizada.

Nunca será un mal momento para recordar a Kate Beaton

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