Hace tiempo que me ronda en la cabeza algo sobre lo que escribir un artículo. Si no lo he hecho antes es porque ha llegado a mi mente en plan batiburrillo; no descarto que siga así, de modo que si este post acaba pareciendo un tren descarrilado… Bueno, yo lo he intentado. Dado este aviso y después de los saludos de rigor (qué bien veros otro martes por aquí) me meto en harina.
Resulta que llevo viendo cierta tendencia en la comunidad lectora de Twitter acerca de la exigencia extrema a los textos (que en muchos casos tiene que ver con el género de los autores) y de expectativas inalcanzables. Gabriella Campbell escribió hace unas semanas en su lista de correo un artículo muy interesante sobre por qué hay que leer más y reseñar menos que, si bien yo no suscribo por completo (las reseñas me parecen muy útiles para guiar a los lectores objetivo), sí que tiene parte de razón. Nadie va a leer un libro igual que otra persona, y lo que tú detestes (porque no es tu estilo, tu género de preferencia, o porque no encaja contigo) otra persona puede adorarlo.