Toda trama necesita actores. Pero los personajes no son marionetas vacías que dicen el diálogo sin sentimiento o cuentan la historia sin más. El lector llega a la historia a través de los ojos de los personajes y se implica en ella cuando estos se implican. Se preocupan de las cosas que ellos se preocupan porque les cogen cariño, simpatizan o sencillamente se interesan por sus vidas.
Hay muchas maneras de abordar a los personajes, pero a mí me gusta encarnarlos. Como si fuera una actriz del método, intento empaparme de su personalidad y su circunstancia y sentir igual que el personaje a medida que voy escribiendo. Yo soy de las que ponen caras delante de la pantalla mientras teclean, o pronuncian los diálogos en voz alta para desarrollarlos. Como autor, debes conocer a tus personajes por el medio que te sea más efectivo y tan exhaustivamente como seas capaz.
Empecemos por identificar sus partes.
La función
Si un personaje no sirve de nada, fuera. ¡Da igual que sea súper simpático! A la basura. Tal vez puedas fusionarlo con otro para así obtener una función y una gran personalidad. Pero insisto: que tenga un por qué.
¿Mueve la trama? ¿Ayuda o protege al protagonista? ¿Se le opone? ¿Es el objetivo a encontrar/salvar/matar? Si no sabes por qué está ahí, no lo pongas.
La importancia
No todos los personajes necesitan el mismo desarrollo. Las personas somos muy complejas y difíciles de entender. A veces hacemos cosas y no sabemos por qué, lo que obedece a conflictos internos que ni siquiera sabemos que existen. Tenemos sueños y pesadillas, familia, amigos, amantes… Somos gente extraordinaria y única.
Y para el cliente ocasional somos un npc de tienda más que les da bienes y servicios a cambio de dinero antes de que vuelvan a sus vidas intrincadas. Nuestras cuitas poco importan en su narrativa. Somos parte de la ambientación. ¡Menuda patada en la cabeza!
Está claro que los protagonistas y antagonistas deben ser personajes redondos, con facetas múltiples, objetivos, distinciones, rarezas y una personalidad profunda. La historia se centra en ellos y es parte del viaje descubrir cómo son y adorarlos o detestarlos. Pero no todos pueden estar así de detallados.
Me pregunto cuál de todos será el protagonista…
Los secundarios más cercanos y que más aparecen deben ser tirando a redondos. Deben tener sus propios conflictos y arcos argumentales, y terminarlos… pero no convertirse en el centro de la narración. Son el mentor, el secuaz, el interés romántico, el aliado… Seguro que has creado alguno que te ha gustado tanto que casi te apetecería escribir su vida en lugar de la del protagonista. En ese caso, ¿es factible el cambio? Y si no lo es, como decía Michael Ende: es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.
Por otro lado, están los secundarios-terciarios. Son menos importantes que los secundarios cercanos, pero aún así ayudan u obstaculizan de alguna manera. Están más desdibujados. Son fácilmente sustituibles por otros, pero existen para darle cohesión al resto de personajes. En lugar de profundizar en ellos, sírvete de estereotipos y brochazos gruesos. No pasa nada por hacerlo. Todo el mundo es maravilloso, pero no tenemos por qué interesarnos por cada individuo.
Por último, los “profesionales”. Estos sólo sirven para atender a los personajes importantes. Son los taxistas que los llevan a sus destinos, los tenderos de las tiendas, los sanadores que curan sus heridas. Son las personas que llaman a la policía cuando oyen el tiroteo entre el protagonista y el antagonista. Tienen una función muy específica y mecánica que cualquier otro podría realizar en su lugar. Por tanto, su existencia es insignificante y ni siquiera tienen nombre.
Los conflictos
Los personajes principales y secundarios deben tener conflictos. Es la única manera de lograr que creamos de veras que están vivos. La cantidad y profundidad de estos conflictos depende de la escala de la historia y de su importancia en la trama. Como he dicho antes, si un secundario es más interesante que el protagonista, tal vez deberían intercambiar papeles.
La forma más sencilla de definir conflictos es establecer uno interno y uno externo. El externo suele tener que ver con el objetivo de la historia y/o el antagonista. El interno, sin embargo, proviene de su historia y de sus relaciones interpersonales. Los dos conflictos suelen colisionar y dar lugar a problemas. ¡Eso es lo que estamos buscando!
En Nacidos de la Bruma, de Brandon Sanderson, Vin es la protagonista de la historia. Su conflicto externo es contra el Imperio Final; ella y sus aliados están conspirando para derrocarlo. Su conflicto interno, sin embargo, trata acerca de la confianza. Después de vivir desconfiando de todo y todos, temiendo una traición en todo momento, se ve obligada a confiar en gente desconocida. Su desconfianza le traerá problemas a la hora de resolver el conflicto externo, lo que a su vez provocará cambios en ella.
La personalidad
Es una parte tan importante como los conflictos, dado que mucha veces los generan. Si el conflicto y la función son un helado, la personalidad es el sabor.
No he encontrado mejor manera de explicar cómo construir una personalidad que este post. Lo resumo y traduzco:
La personalidad se puede dividir en los siguientes puntos:
- Rasgos: Generoso, amable, iracundo, manipulador, sincero, irreflexivo, tozudo, vanidoso, tranquilo… La lista sigue. Elige unos diez. Uno de ellos tiene que funcionar como defecto, y ese defecto puede ser algo “positivo”. Una persona generosa que lo da todo sin pensar puede encontrarse en problemas, igual que alguien cruel al que castigan por ello. ¡Los rasgos pueden chocar unos con otros!
- Creencias: ¿Cree en Dios? ¿Cree en la bondad del ser humano? ¿Cree que todos somos intrínsecamente egoístas? ¿Cree que es una persona maravillosa? ¿Y si lo que cree no se corresponde con la realidad?
- Valores: Lo que más importa a una persona. Para algunos será la familia, para otros la justicia, la verdad, el amor, el dinero… Nuevamente, ¿y si chocan? ¿Y si alguien que valora la familia y la justicia tiene que elegir entre ayudar a su hermana o denunciarla por robo?
- Motivación: ¿Qué quiere el personaje? ¿Hacerse rico? ¿Ser buena persona? ¿Encontrar el amor? Todo el mundo quiere algo, lo sepa o no. Incluso aunque el personaje no lo sepa, tú debes saberlo.
- Sentimientos recurrentes: ¿Hay alguno que se repita especialmente? ¿Es un personaje alegre? ¿Está deprimido? ¿Es ansioso? ¿Está enfadado con su situación actual?
- Auto-imagen: ¿Qué piensan de sí mismos? ¿Saben cómo son en realidad? ¿Creen que son estupendos pero en realidad son malas personas? ¿Creen que son terribles, pero no están tan mal?
- Comportamiento: ¿Cómo muestran sus rasgos? Una persona iracunda no tiene por qué reaccionar igual que otra. Algunos gritan y se rompen los puños contra las paredes, mientras que otros se cierran sobre sí mismos y hierven a fuego lento.
- Lenguaje corporal: Un personaje erguido que mira a los ojos es distinto de uno encorvado y huidizo, aunque ambos sean buenas personas.
- Voz: ¿Qué manera tiene de expresarse? ¿Qué palabras usa? ¿Cómo de amplio es su vocabulario?
- Aficiones, rarezas, historia, preferencias…
Tests y listas
Rondan mucho por la Red y son cuestionarios que debes responder como si fueras el personaje. Personalmente, no me gustan. ¿De qué sirve conocer el número favorito del personaje si no es relevante? ¿Por qué no me obligan a pensar en sus valores, o en cómo se contradicen sus rasgos de personalidad?
Yo desaconsejo pasar mucho tiempo rellenándolos. No creo que aporten nada valioso para la historia, aunque sí son divertidos de realizar (algunos).
Dejarlos libres
A veces te pones a escribir algo que tenías más o menos planeado y descubres que tu personaje no te hace caso. Te hace la peineta y se va por donde no te esperabas. ¿Y esto?
Bueno. Eso ocurre. Significa que tu personaje ha cobrado vida propia y ha decidido por su cuenta. Déjale hacer. No permitas que te destroce una trama cuidadosamente planeada, pero observa y aprende. Tal vez estaba demasiado encorsetado o no estaba siendo fiel a sí mismo.
Dices que como autora, debes conocer a tus personajes efectiva y exhaustivamente. ¿Que te parece el sistema de usar personajes que hayas interpretado en alguna partida de rol? No me refiero a escribir los sucedido, sino a usar la personalidad que has creado para cascársela a uno de tus protagonistas. ¿Considerarías que es una buena forma de encarnarlos?
Sí, es una base muy buena. Tu personaje, en una partida de rol, es susceptible a reaccionar a todo tipo de situaciones porque nunca sabes lo que va a ocurrir. Eso lo enriquece y le da dimensión. Lo único que tendría que puntualizar es que un personaje de rol va mutando a medida que lo juegas, por lo que debes decidir en qué momento de su evolución ponerlo en la novela. ¿La trama lo llevará por los mismos derroteros que la partida? Puede que sí y puede que no. Eso ya depende de ti.
Como decía nuestro amigo Puck, yo no me considero escritor ni mucho menos, simplemente me ha gustado desde siempre escribir las aventuras por las que pasamos en las diferentes partidas, conozco a los personajes tan a fondo, pues he vivido con ellos innumerables cosas y al mío.. bueno.. demasiado bien podría decirse.
Muchos amigos me han animado a sentar la cabeza y empezar a hacer relatos cortos, los cuales ya he empezado, varios de ellos e incluso me decían que una editorial quería hablar conmigo pero rechacé la idea, ni siquiera hablé con la editorial que me decían, totalmente fuera, no me veo capaz de nada en ese momento, quiero seguir escribiendo mis relatos y cuando me sienta seguro, ampliarlos algo más y ya a ver que pasa.
Al lío; Los personajes de Rol pueden ser muy buenos para una novela porque básicamente nos hacemos una ficha de sus gustos, como se comportan en diferentes situaciones (dependiendo de su carisma, valentía, etc) también tenemos así una idea de saber a ver, ha pasado X, como sé como es mi PJ sé como reaccionará en una situación como X. Y eso creo que ayuda muchísimo.
Bueno, es mi punto de vista 😀