Como anuncié en Facebook y Twitter, este julio continúa siendo infernal. Y no infernal porque haga calor (que hasta hace dos días, los norteños andábamos por ahí en manga larga, y a veces con jersey), sino porque he tenido mil compromisos y el doble de trabajo. Entre otras cosas, estoy «participando» en el Camp NaNoWriMo (entrecomillo porque se supone que estoy en ello, pero mis obligaciones no me lo han permitido hasta ahora) y yendo a jornadas y convenciones para hablar de mi libro.
Este sábado me he pasado por el Freak Festival de Vitoria y he participado en una charla con otros autores como Jose Antonio Cotrina, Nacho Fernández y Guadalupe Oteo. Estuvo genial y casi conseguimos hablar del sexo de los dragones, pero el público no parecía muy implicado en el tema.
Este domingo estuve de boda y este lunes he estado de resaca. En realidad no. Comimos tanto que era imposible que el vino hiciese efecto alguno. El caso es que hoy me toca marchar de nuevo, esta vez al Festival Celsius. Es mi primera vez y tengo muchísimas ganas de ponerles cara a los comentaristas, blogueros y tuiteros que he conocido desde que abrí el blog y empecé a husmear por la blogosfera literaria.
Si vais a pasaros por allí o estáis en Avilés o alrededores del 20 al 22, no dudéis en hacérmelo saber. Estaré firmando mañana y tarde mi magnífica novela (no lo digo yo, lo diría mi madre si se la leyera, pero es que las cosas de alienígenas esas no le gustan) Horizonte Rojo, que os animo a que compréis allí, aquí o aquí.
Cuando acabe julio y vuelva a ser persona, retomaré el ritmo normal de actualizaciones, ¡palabra!