Hace tiempo que me ronda en la cabeza algo sobre lo que escribir un artículo. Si no lo he hecho antes es porque ha llegado a mi mente en plan batiburrillo; no descarto que siga así, de modo que si este post acaba pareciendo un tren descarrilado… Bueno, yo lo he intentado. Dado este aviso y después de los saludos de rigor (qué bien veros otro martes por aquí) me meto en harina.
Resulta que llevo viendo cierta tendencia en la comunidad lectora de Twitter acerca de la exigencia extrema a los textos (que en muchos casos tiene que ver con el género de los autores) y de expectativas inalcanzables. Gabriella Campbell escribió hace unas semanas en su lista de correo un artículo muy interesante sobre por qué hay que leer más y reseñar menos que, si bien yo no suscribo por completo (las reseñas me parecen muy útiles para guiar a los lectores objetivo), sí que tiene parte de razón. Nadie va a leer un libro igual que otra persona, y lo que tú detestes (porque no es tu estilo, tu género de preferencia, o porque no encaja contigo) otra persona puede adorarlo.
Cada libro pertenece a un género y quizá no sea el tuyo
Este fin de semana, Dikana ha escrito un hilo muy interesante que podéis leer un poco más abajo (me ha pedido comisión comestible así que le prometo desde aquí unas albóndigas, que me salen muy buenas). En él aborda la imposibilidad de encontrar una obra perfecta y la necesidad de leerla conforme a su género y a su estilo. Hacerlo denota madurez lectora: en lugar de exigirle al texto que se acomode a tus expectativas, lo abordas tal y como viene. De esa manera podrás disfrutar novelas que quizá no esperabas en un primer momento. De nada sirve quejarse de que una novela de romance YA no es una épica fantástica. Quizá no sea tu género de preferencia, quizá nunca vaya a gustarte. Pero es que tal vez no esté hecho para que te guste.
Hace un tiempo eché un vistazo a las reseñas de Amazon de una novela romántica. La mayor parte de las puntuaciones eran buenas, pero no faltaban las de una estrella que decían «HAY MUCHO ROMANCE, NO ME GUSTA EL ROMANCE». Esto, en novelas cuyo título era «Bla bla bla – ROMANCE HISTÓRICO». Si pedirle peras al olmo es absurdo, imaginaos lo absurdos que parecían los tipos que escribieron eso. Vete a un maldito peral y, si las peras no son buenas, entonces sí, ¡di que no lo son!
La fantasía no es ciencia ficción dura
Otro tema que me ha hecho pensar es el nivel de exigencia que se tiene sobre la fantasía como si en lugar de un género en el que se puede hacer de todo (aunque no de cualquier manera) fuese la ciencia ficción más dura. Culpo de esto a los fanses de Brandon Sanderson sin ningún miramiento. Sí, es verdad: los sistemas de magia de Sanderson son la leche. El tío tiene mucha cabeza para pensar cómo funciona su mundo a partir de lo que puede hacer la gente, y no le quito ningún mérito. Pero parece que si los sistemas de magia no son sandersonianos y pensados al milímetro, son una chufa. A nadie le gusta un deus ex machina y la magia blanda es una excusa perfecta para utilizarlo, pero un buen escritor procurará evitar caer en ese recurso como intentará que toda su historia sea congruente.
Se nos ha ido la pinza con mezclar la ciencia ficción y la fantasía. Tenemos a lectores de fantasía pidiendo razas que hayan evolucionado conforme a las reglas de nuestro mundo y que las obedezcan, lo que me parece una locura absoluta en un género en el que los objetos inanimados cobran vida y hay personas planta. ¿Por qué hay arañas gigantes en tu mundo y por qué no han espichado todas por la falta de oxígeno? Pues mira, porque las arañas gigantes molan, esto es fantasía, y si quieres un tratado de biología alienígena lee otro género.
Hay un vídeo de Bukku qui que habla sobre la limitada paleta de colores de los videojuegos en un intento de (aparte de ahorrar recursos) darles un toque adulto y gritty. Con la fantasía empieza a pasar lo mismo. Para separarla de la fantasía escapista e «infantil», la llenamos de realidad. Y aunque a algunas historias les vaya bien, la fantasía como género no lo necesita. No tiene por qué obedecer las reglas que nos rigen a nosotros. Ninguna.
No te va a gustar si no dejas que te guste
Cuando eras un crío odiabas las espinacas a muerte. Las espinacas, las vainas (o judías verdes, para los no norteños), la lechuga y cualquier cosa que fuese verde. Te has convencido toda tu vida de que las verduras no te gustan, ya sea por una mala experiencia, porque en tu casa las cocinaban hasta convertirlas en una pasta insípida (¡no hagáis eso, por favor!) o porque el paladar de los niños no es tan abierto a los sabores no dulces como el de un adulto.
Alguien te invita a comer mañana y te ofrece unas vainas salteadas con beicon y ajo. Huelen bien, no lo vas a negar, pero es que son vainas. Así que no las pruebas. O las pruebas pensando en que te van a dar asco, y en cuanto rozan tu lengua notas arcadas y recuerdas que son vainas. Y odias las vainas. Porque no te gustan. Porque las odias.
Con los libros pasa lo mismo. Estás tan convencida de que no te va a gustar que encuentras una excusa para que no lo haga en cada párrafo, en cada frase. No le encuentras ninguna virtud porque no es una lectura neutra. Por culpa del sesgo de confirmación, vas a encontrar razones para que el libro te disguste aunque sea mediante el cherrypicking más feo a este lado del Atlántico.
Ojo: que quieras que algo te guste no significa que vaya a gustarte. Anda que no me habrá pasado veces a mí, sobre todo con libros de amigos y conocidos. Empiezo con mucho ánimo y ganas de encontrarme una pedazo de historia… y en el mejor de los casos acaba desinflada. En el peor, yo acabo cabreada. Pero sé que he empezado a leer ilusionada y que no me he saboteado la lectura con expectativas negativas desde el momento en que abro el libro. Y, de verdad: es algo que me parece que enriquecerá mucho a cualquier lector.
Yo estoy intentando leer solo libros que me interesan de verdad porque, sinceramente, no tengo tiempo para hacer hate readings. Que sí, que son divertidos, pero con la cantidad de historias guapas que me muero por leer, no me puedo permitir perder el tiempo con libros que no son para mí. ¿Qué opináis vosotros?
Yo también trato de evitar hate readings. De hecho, no entiendo como la gente puede leer un libro que está aborreciendo. Cuando yo veo que un libro no es para mí, porque no me gusta por cualquier motivo, lo abandono muy a mi pesar. Para qué quiero gastar el tiempo en un libro que no me gusta? Aunque bueno, Stephen King decía que se podía aprender más de un libro malo que de cien cursos de escritura xD
Con los libros malos se aprende, claro que sí. Pero leer más de x al año es perjudicial 😀
Bufff… A mí me suele pasar más de lo segundo, de empezar un libro con tantas ganas y que al final acabe decepcionándome. En realidad, me suele ir mejor empezar un libro con las espectativas muuuuy bajitas o normalitas (O directamente sin espectativas) y que luego me sorprenda para bien. Adoro que me sorprendan. Libros, sorprendedme.
Como bien diría Lulu, hay que hacer el hype, no el hate. Estamos muy mayores para hatear cosas por muy divertido y satisfactorio que pueda ser soltar la bilis de vez en cuando. Muy de acuerdo con tu artículo, Rocío.
(Ay, tengo miedo de que leas mi relato y sea uno de esos casos en los que acaba desinflado o peor… >.<)
Me encanta este artículo. La gente que le pide a la fantasía las exigencias de la ciencia ficción, pero además de la HARD y explicaciones y no dejan a las cosas simplemente SER me aburren. Y lo peor es que suelen hacer esos tochos de infodump en plan ¿VES? ¿VES MI WORLDBUILDING QUE GUAY?
(Nota: para el relato de «Mundos fantásticos» de Miriam yo también he hecho infodump porque… porque me lo pedían xD)
Me parece guay trabajarlo, pero eso en la sombra, que se vea la puntita del iceberg, si me enseñan todo me voy al carajote.
Y en cuanto a los hate readings… yo no sé como la gente puede vivir así. Yo en cuanto no le puedo poner 4 estrellas a un libro lloro. Siempre es como: HABÍA CONFIADO EN TI, QUERÍA QUERERTE MÁS. TARDO MUCHO EN LEER, NO ME DA TIEMPO A LEER MIL HISTORIAS CHULAS DE 10 AAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHH
Pero bueno, este año he aprendido a: leer más de un libro a la vez y a abandonar lecturas. Y creo que soy más feliz.
Abandonar lecturas es bien.
Me veo en la necesidad de comentar algo:
Si bien es cierto que hay que saber reconocer lo que es tu «taza de té» (como dirían los ingleses), lo que es malo es malo y no veo nada perjudicial en ser exigente con lo que lees. Obvio todos tenemos diferentes líneas rojas y cuando comento historias con amigos míos tiendo a tener en cuenta las suyas a la hora de hacer recomendaciones, pero hay cosas que es innegable que están MAL HECHAS. Al final, todo depende de tu tolerancia con ese tipo de errores.
También hay otra cosa: si bien la fantasía no es ciencia ficción dura, la coherencia es algo necesario no importa tu género o vas a destrozar la suspensión de la incredulidad de tus lectores. Me refiero: si asientas que en tu mundo ocurre X, ese X tiene que tener sentido dentro de dicho mundo.
Algunos elementos de lógica son comunes hasta en mundos de fantasía: la psicología humana, y por tanto las sociedades que forman y sus normas, no suelen variar tanto. Si lo hacen es porque hay un factor externo, algo que no existe en nuestro mundo… pero dada la ley de causa-efecto, tengo que poder creerme que esa causa daría lugar a ese efecto. Si fallas en establecerme la relación, tu worldbuilding no es bueno por la falta de coherencia interna.
Puedo, por ejemplo, tragarme que en un país al estilo occidental un rey tenga varias reinas legales (algo impensable en nuestra realidad) si me pones las circunstancias y justificaciones adecuadas: un conflicto político, la necesidad de producir herederos y mantener al país lejos de la guerra civil, ausencia de cristianismo… ¿La mejor forma de contentar a los disidentes es aceptar más de una esposa? Perfecto, puedo aceptarlo; pero no lo aceptaría sin esa causa-efecto. Coger un marco para tu historia significa ser consciente de sus limitaciones.
En otras palabras: si bien creo que tienes tu importante parte de razón, también creo que condenar al lector exigente junto a los haters es un rasgo de inmadurez. Si no quieres que un lector exigente vea agujeros en tu trama, mejórala. Nunca será perfecto, pero seguro que puedes llegar al nivel de «tiene este problema, pero no es tan grave y mira lo bien que está esto otro».
Me parece que has leído mi artículo como un «hey, hay novelas con fallos pero dejémoslos estar» o «si no te gustan las cosas malas eres un mal lector». En ningún momento he hablado de cuestiones de calidad a nivel de técnica o trama (aunque es cierto que castigar innecesariamente a una obra sin pretensiones por no jugar con el lenguaje como un premio Nobel es excesivo. Es como si me quejo porque la telenovela de la tarde no cuida los planos como Spielberg. Si la juzgamos, habrá que juzgarla como lo que es: una telenovela. Y las hay mejores y peores). Hay obras sencillas con agujeros de trama y obras sencillas sin ellos, y las segundas me parecerán mejores y más recomendables que las primeras. No hablo de dulcificar los fallos, sino aceptar que no todas las historias han de pasar necesariamente por los mismos aros.
Lo mismo va con la coherencia de la fantasía. Si has decidido que todos los hombres gato de tu mundo odian el agua, que de pronto a uno se le olvide es un fallo. Pero que los hombres gato existan, aunque sea biológicamente extraño o científicamente inexplicable, es algo propio de la fantasía. No debería juzgarse su existencia en base a parámetros de ciencia ficción u obras más realistas.
Y no, no creo que un lector exigente sea un hater. Pero creo que un lector que desprecia una novela de humor ligero porque no es El Decamerón tendría que aprender a disfrutar de los libros, no solo las grandes obras.
Me han ido asaltando tantos pensamientos conforme te iba leyendo que no sé por dónde empezar. Voy a ir al principio y tiraré del hilo, a ver si soy capaz de ordenarlo todo.
Lo primero: yo estoy de acuerdo en que las reseñas son fantásticas para dar a conocer la obra. No hay nada mejor para el autor que un lector recomiende su obra a otro, especialmente si es capaz de apelar al sentimiento. Sin embargo, también es un deporte de riesgo hacer una reseña negativa, así que no sé muy bien si a día de hoy queda alguna sincera.
Por otra parte, estoy de acuerdo en que la fantasía es fantasía y si el lector acepta que existe la magia, también debe aceptar que las arañas gigantes puedan sobrevivir. Eso sí, a mí me chirría cuando veo cosas que no tienen ningún sentido porque el autor se ha dejado llevar por lo que conoce y no ha aplicado la lógica más nimia (precisamente de eso hablo en mi próximo post). En el libro que me estoy leyendo ahora, de ciencia ficción, el prota lleva un traje que transmite calor, frío, etc., y el narrador le da mucha importancia en cierto momento para olvidarse de él al cabo de unas pocas páginas y decir algo como «fulanito se dio cuenta de que sus brazos estaban en llamas porque se las vio». Venga ya, hombre.
Por último, estoy de acuerdo contigo en tener la mente limpia. Y con los géneros pasa como con el café: la primera vez no gusta y prefieres tu leche con cacao, pero a medida que lo vas probando tiene un no sé qué que qué sé yo que engancha. Pues eso: si el libro es bueno, el género es lo de menos.
Que en la fantasía pueda contarse cualquier cosa no significa que deba contarse de cualquier manera. Las cosas que se plantean se tienen que mantener, y el deber del escritor es darle sentido a lo que incluye dentro del universo. Si el escritor quería provocar un incendio sin que el personaje lo notase, ha utilizado un recurso tramposo. Podría haberlo de otro modo. Igualmente, en una historia de fantasía puede tener todo el sentido del mundo que haya personas que hacen la fotosíntesis… pero si esas personas planta no buscan sol y se alimentan de vez en cuando de comida sin que se dé una explicación coherente, es un fallo.
Fantasía =/ todo vale. Fantasía = todo es posible.
Hola Rocío,
Gran artículo. Estaba escribiendo al hilo de este tema (pero por otro motivo) y me parece un buen debate que generar.
En primer lugar, pasa algo parecido con la CiFi clásica (libros pre 1970). No se puede leer uno de esos (que no sea 1984, Un mundo Feliz o Fahrenheit 451) sin que te tilden de «buenista» o de facilón si dices que te ha gustado. Está claro que en aquella época la forma de mirar al mundo era diferente, pero la gente tiende a pensar que todo lo nuevo es mejor.
En segundo lugar, el tema del hating me parece que es algo que va con las modas. Puntuar en goodreads con 4 o 5 es de flojos. Hay que dar leña al mono. Me siento muy identificado con Lulu, cuando no puedo dar un 4 o un 5 me duele en el alma. Soy de los que intenta leer un poco de todo y de los masokas que lee hasta al final (siempre espero la sorpresa), aunque no le esté gustando el libro. Siempre pienso que para hacerse una composición hay que ver el mapa completo.
Y por último, y el tema central de tu post, cuando uno va con disposición de NO, al final es NO. Personalmente estoy muy a favor de las reseñas, porque benefician al autor (en casi todos los casos) y porque te permiten encontrar matices que pueden haberse escapado. Yo no suelo leer reseñas antes de leer una novela, pero sí lo hago al final por comparar en que punto me encuentro, aunque siempre descarto las críticas sin argumento.
Creo que estamos en un momento en el que criticar sin construir parece un must, una forma de decir que eres un experto, que eres alguien que se toma las cosas en serio. Tanto como para decir las barbaridades que se dicen sobre la fantasía, cuando siempre ha sido un género basado en cosas fantásticas = no comparables al mundo real.
No podías rematarlo mejor.
Fantasía: no todo vale, pero todo es posible.
Gran post
Un saludo