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Personajes LGBT y victimización. ¿Hay vida más allá?

¡Continúo con mi serie del Orgullo 2016! Hace muchas entradas, comenté cómo escribir personajes LGBT que a mí me gustaría leer. Si me seguís en Twitter o habéis leído algún otro de mis artículos, sabréis que para mí la representación LGBT en ficción en muy importante. Ojalá hubiera podido acceder con más facilidad a series, películas y literatura con contenido LGBT cuando era chavala. A los 16 años dependía del Emule para descargarme películas indies como But I’m a cheerleader o Lost and delirious, o de las reposiciones de Buffy de Canal + donde me habían dicho «que había lesbianas». Así empecé a ver la serie por la quinta temporada (y me perdí el principio, que es lo mejor). En Internet había mucho más contenido. Cómics, fanfics, vídeos, series. Con la tontería, aprendí un montón de inglés, aunque la primera vez que leí Girly me inventé gran parte de los diálogos porque no los entendía. «Jo, Rocío, ¿cómo sabes tanto inglés?» me preguntaban compañeros que llevaban tres años en una particular. Pues mira, es que en inglés hay más lesbianas que en castellano y necesito eso en mi vida, sobre todo porque tengo 16 años y no conozco a ninguna, podría haberles dicho.

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Recuerdo haber visto esto fuera de contexto y haber buscado el webcomic desesperada. ¡Ah, los 15 años!

Ahora que hay lesbianas hasta en la sopa (aunque se las acaben cepillando a casi todas, y no en el buen sentido), me imagino que para los adolescentes LGBT es un poquito más fácil disfrutar de su ración de representación. Mal por su inglés, bien por su salud mental. Pero… ¿qué tipo de representación se encuentran? No he hecho una investigación exhaustiva acerca del tema, pero me he asomado, por ejemplo, a la literatura juvenil, y he visto que en castellano lo que empieza a estar en boga es el tema «Soy gay, qué horror de vida» si el personaje en cuestión es algo más que un token. Y no me gusta nada.

Confieso que estoy algo dividida. Existe la necesidad de dar visibilidad al bullying homófobo y al sufrimiento de la comunidad LGBT (que no es algo del pasado, sólo hay que ver Orlando, México o el incremento de agresiones en la misma Madrid). Aún peor es la violencia transfoba, con un índice superior de agresiones y asesinatos (en nuestro país también) que acaban llevando al suicidio a un alto porcentaje. Pero, por otro lado, me pregunto: ¿deberíamos seguir contando nuestras historias desde la posición de víctima?

Decía Cristina Domenech en su artículo Use and lose your gays que si la pistola de Carol se hubiese disparado, la película habría ganado algún Óscar. Habría pasado de Mad Max lésbico (creedme, lo es: se trata de un viaje hacia el oeste y la vuelta, y nada más) a tragedia de Antena 3 a las cuatro de la tarde. Y Hollywood adora la tragedia, sobre todo cuando implica «ser quien eres». Por eso en La chica danesa se añade a la trama la tensión del matrimonio a medida que Lily transiciona… mientras que en la realidad, su mujer era bisexual (o lesbiana, dicen algunas fuentes) y se lo pasaban teta. Las audiencias heterosexuales disfrutan al ver a los personajes LGBT en una posición de debilidad y victimización para poder sentir lástima y llorar mucho. ¿Cuántos Oscar se llevó Brokeback Mountain? (Y que conste que me parece una peli muy buena.)

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La portada de Carol era tremenda en su día, pero fue de las primeras novelas lésbicas que acababan bien.

Entiendo la función de la lástima. Pasar de villanos psicópatas a cachorritos de ojos tristes fue toda una hazaña en su día. Pero los personajes acababan muertos igual. Muertos a manos de agresores, para dar una lección a la audiencia sobre la tolerancia, o de sida, que vaya triste, o por otra razón. Y aunque dar pena nos sirvió para que otros empatizasen con nosotros, ¿qué efecto tiene en nuestras expectativas y en nuestras propias vidas?

Si desde siempre has visto que el héroe LGBT es asesinado por su condición en una película, o es maltratado, o tiene un infierno de vida, o apenas es más que una persona LGBT con esta condición rigiendo toda su existencia, ¿qué vas a pensar de ti mismo? ¿A qué vas a aspirar?

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En narrativa «adulta» sí que salen algunas joyitas, como las novelas de Sarah Waters. Este es un cuento dickensiano hiper subvertido que te hará odiar mucho a la autora. Por buenas razones.

Luego miras el catálogo de lecturas en inglés y alucinas. Aventura, romance, thriller, ciencia ficción, fantasía… En todos los géneros tienes historias de gente LGBT que hace algo más que ser LGBT y sufrir. Son magas, pilotos de naves, detectives, espías, caballeros, cazadores… O sencillamente adolescentes que son algo más que LGBT. De mis lecturas inglesas más queridas en los dos últimos años saco Santa Olivia, una distopia que cuenta la historia de una chica mejorada genéticamente que resulta que se enamora de otra chica, o Slow River, una novela cyberpunk bastante cruda que habla de una chica que ha dejado atrás su identidad de hija de ricos por asuntos muy turbios y se dedica a trabajar con una hacker con la que tiene una relación muy fea. O The Ghost and the machine, que cuenta la historia de una chica encerrada en un autómata ajedrecista que deja boquiabiertas a las cortes de la Francia del siglo XIX (y no cuento más porque spoilers, pero LGBT).

Me froto las manos esperando a que lleguen estas historias en castellano. Quizá jamás las traduzcan, pero ojalá a las editoriales españolas se les quite de la cabeza que, para que un libro guste, los LGBT lo tengan que pasar fatal. Ojalá los escritores de mañana (LGBT y heteros) cuenten historias increíbles sobre gente increíble que ¡hala! no se identifica con su género asignado, o se siente atraída por la gente de su mismo género, o por todos. O todo a la vez.

Yo, por lo menos, quiero leer esas novelas. Y sé que no soy la única.

7 comentarios

  1. Alberto dice:

    Muy interesante.

    Como apunte, Slow River está publicada en español (y se llama «Río Lento»), forma parte de la colección NOVA y cuenta con un prólogo de Miquel Barceló,

  2. A. M. Irún dice:

    Hola, Rocío. Desde ya me convierto en tu fan. Yo pensaba lo mismo que tú y opté por escribir la novela que deseaba leer. No me sorprendió que tuviera tan buena acogida porque las lectoras lesbianas y bisexuales estaban sedientas por leer algo fresco, sexy y ligero con un final en el que nadie muere 🙂
    Esa era la frase promocional con la que vendí el libro y ha tenido mucho éxito.
    Es importante crear cultura LGTB en positivo, pero es igualmente importante que está no se quede en el círculo de consumo de un público concreto sino que debe llegar al mainstream.

    Un saludo!

    • Rocío dice:

      Desde luego. A mí me gusta escribir lo que me gustaría leer, con los personajes que no he visto y me encantaría encontrar, y con la misma aspiración mainstream que mis hábitos lectores. Me quedo con el nombre de tu novela, y por mi parte te paso este link sobre mi trabajo, que quizá te interese leer: http://www.rociovega.es/por-que-leer-horizonte-rojo/

      Un saludo.

  3. Es triste pero yo también pensé que Carol no se llevaría ningún Oscar…

    Me alegra ver que la ficción extranjera, salvo cuando se habla de series (que algunas andan por Netflix y ni me he atrevido a ponerme xD) parece que han evolucionado a más allá de los dramas. La duda que tengo y de ahí podría venir el flaqueo en la ficción española, es si se incluye la ficción americana cuando hablas de lecturas/historias en inglés. Lo pregunto porque aquí por desgracia somos muy dados a imitar todo lo «bonito» de los americanos…

    • Rocío dice:

      Con literatura inglesa me refiero a todo lo que viene en inglés. Lo bueno de un mercado tan, tan amplio es que hay cabida para todo tipo de historias.

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